Hoy es un buen día para perderse. No en calles o laberintos, sino entre las páginas de un libro, donde los sueños se tejen con tinta y las leyendas respiran entre líneas. Cada palabra es un susurro que invita a vagar por mundos lejanos, a rozar la magia de historias que laten bajo el aroma a papel recién abierto.
El Día Mundial del Libro celebra esa danza íntima entre lector y texto, un ritual donde el tiempo se desvanece. Entre márgenes y letras, encontramos refugio: un lugar donde los héroes resucitan, los amores arden y las ideas desafían el silencio. Los libros no son solo objetos; son portales. Guardan risas atrapadas en bibliotecas polvorientas, lágrimas secas en dedos que pasaron páginas con urgencia, y promesas de mundos que solo existen cuando alguien se atreve a abrirlos.
Hoy, el papel reclama su tributo. No importa si prefieres el tacto rugoso de un clásico o la pantalla fría de un ebook. Lo esencial es dejar que las palabras te arrastren, que te sumerjan en su corriente. Porque un libro no se lee: se vive. Y en un mundo acelerado, perdernos en sus páginas quizá sea el acto más revolucionario.
Celebremos. Abramos, hojeemos, subrayemos. Que la tinta nos guíe.
Vicente Galiano M