La Segunda de Feria en Almagro. Cagancho salió ayer de la plaza conducido por la Guardia Civil. Ingresó en la cárcel y fue multado con 500 pesetas. Márquez dio también el mitin en su primer toro. Rayito cortó dos orejas
Hay gran expectación por conocer a Cagancho. El tren corto lleva más de un millar de ciudarrealeños que al llegar a Almagro invaden el paseo de entrada al pueblo dando una nota pintoresca.
La ansiedad crece porque a las tres de la tarde todavía no había llegado el Gitano, aunque en el Gobierno Civil se sabía habían puesto rumbo hacia la ciudad encajera.
Un lleno absoluto en la sombra donde tal vez se vendieron más entradas que las debidas, estacionándose el público en uno de los vomitorios dificultando la labor de los periodistas que han de dar a los periódicos respectivos la información telefónica y de los cuales nadie se acuerda nada más que para solicitar benevolencia, un adjetivo y silencien lo que no desean se sepa.
En los palcos más mujerío que ayer. Sin duda ellas tienen también curiosidad por conocer a este torero, talla de Montañés unas veces; estatua de barro, otras.
Preside el alcalde señor Trujillo.
PRIMERO
Colorado claro, feo, parecido a un carabao. Sale “esaborío” pero luego, cuando lo fijan se anima tomando seis varas con estilo.
Márquez y Rayito hacen los quites con aseo, destacando la ciencia del joven rubio y la bravura del sevillano. Cagancho decide reservarse. El toro muestra poder y codicia por lo que los picapedreros lo maltratan.
En banderillas sobresale Pacomio y la labor con el capote de Bombita IV.
A cargo de Márquez está el primer espectáculo de la tarde. Sin usar la muleta, es cuando feamente arrea una puñalada y media contraria entre una pita ensordecedora y voces se vaya a Amorabieta.
El presidente llama al palco al matador, ¡vamos al decir!
SEGUNDO
Negro bragao, bonito de tipo, flojo de las manos de las que dobla con frecuencia.
A nuestro parecer esto es debido al largo tiempo pasado en los cajones, pues ha venido de La Coruña en donde iban a ser lidiados.
Rayito instrumenta tres verónicas y un recorte a gusto de la parroquia. Para colmo de nuestra desdicha el primer puyazo se lo colocan en la paletilla con lo que el defecto se acentúa.
Tres varas por una caída, dan lugar a que Márquez de unas verónicas suaves cuidando del toro que el público no estima, con notoria injusticia. Empieza la gente a meterse con Cagancho que por lo visto ha ido a la plaza de parroquiano.
Banderillean Bombita y Navarro pasando sus apurillos por llegar el animal quedado.
Rayito desafiando da dos pases de pecho soberbios, uno natural extra, pero por atender más al preciosismo que a la eficacia no liga la faena realizada en tres tercios distintos.
Echándose fuera un pinchazo; vuelve con una estocada contraria, y descabella al quinto intento (palmas a la voluntad y al recuerdo de ayer).
TERCERO
Colorado, claro, bragado oscuro.
Cagancho torea para él sufriendo el público gran desilusión. En el primer quite da una verónica regular a cambio de un susto. Pierde el capote en otro y la tempestad se cierne sobre la plaza.
Son mucho 14 pesetas por ver a este señor.
Las cuadrillas trabajan como héroes. Catalino, Conejo, el gran Rafaelillo y hasta Guerrilla deben cobrar el dinero de su maestro y éste el de cualquiera de aquellos.
El dinero es para quien lo gana.
Cagancho despliega una muleta telonaria, se baila un charlestón, y con la muleta hace la siguiente tontería:
Un pinchazo estilo Rafael. Bronca.
Otro tirando de sable.
De la bronca participa la cuadrilla. Una estocada contraria, un pinchazo, otro, otro, y por fin descabella al quinto golpe, después de utilizar la espada y la puntilla.
Gran bronca.
CUARTO
Negro, cornalón. El toro hace extravíos de andar mal de la vista y lo demuestra al tirarle un capote Pacomio. Márquez hace señas es ilidiable, retira las cuadrillas y nuevo conflicto. Mientras conferencia con el presidente las protestas se hacen imponentes pidiendo los espectadores vuelva al corral.
Lo que está sucediendo es una vergüenza de la que no quiso participar UN GRAN TORERO, Bombita IV, volviendo por los fueros de los diestros machos, conocedores de la profesión, salta al ruedo sin corresponderle, demuestra al público su equivocación y a los toreros su ignorancia.
Una ovación premia la labor del enorme torero.
Banderilleado el toro con las de fuego, mal, a mi entender, porque si había embestido al capote de Bombita no había razón para que no lo hiciera a los caballos; y pasa a poder de Márquez.
Suave, torerísimo, realizó una excelentísima faena, intercalando rodillazos, tocaduras de pitón y unos muletazos preciosos. La faena es premiada con una gran ovación de la que participó Bombita.
¿Por qué, Don Antonio, usted torero enterado, no quería lidiarlo?
QUINTO
Negro, meano, gordo, bravo, con poder y por tanto maltratado por los de la castora.
Cuatro varas, tres caídas y un equino muerto, es el resultado del tercio, en el que los tres espadas hicieron quites del gusto de la concurrencia.
A la hora de matar, Rayito realiza una bonita faena compuesta de pases variados terminados con una estocada honda (ovación, oreja, rabo y vuelta a la pista).
SEXTO
Negro, grande. Un toro. Esta circunstancia, la de ser certero, y estar bien colocado de herramientas, es lo suficiente para que Cagancho se pegue a los tableros.
En medio de un lío horroroso, el de Pérez Tabernero toma tres varas, derriba una vez y mata un jaco.
La cuadrilla torea de un modo escandaloso ayudada de Márquez mientras el fenómeno aguanta impávido la bronca.
Contagiados los banderilleros del miedo del maestro lo hacen a la media vuelta, de cualquier modo.
Y ahora viene lo bueno. El catastrófico Cagancho derrochando frescura, da unos pases con el pico de la muleta, arrea un sartenazo, otro y ya en franca derrota pincha desde el callejón. Metido en un burladero, con una frescura inaudita, espera se lleven el toro al corral.
Mientras, las cuadrillas dan un lamentable espectáculo. Provistos de estoques y puntillas tratan de acabar con el animal que, para vergüenza de su matador, decidió no morirse.
Estando el toro en pie, Cagancho provisto de una espada intenta marcharse de la plaza siendo detenido por el público irritado.
Hay bofetadas y palos. Providencialmente la Guardia Civil se echó al ruedo protegiendo al espada que vuelve a la plaza aunque no se arrima al toro ni atado.
Mientras parte del público invade el anillo aguantando las arrancadas del toro, la otra parte grita desaforadamente pidiendo se castigue al torero que por lo visto, es sólo un fenómeno a la hora de cobrar.
Se echa el toro, se vuelve a levantar sin duda para increpar al gitano, mientras éste es rodeado del público que pretenden castigar su desaprensión.
La Guardia Civil saca de la plaza a los banderilleros, mientras la plaza entera ruge de indignación.
¡Un asco y una vergüenza!
EPILOGO
Por las calles se ve una triste comitiva. La Guardia Civil de caballería rodea a Cagancho y su cuadrilla conducidos a pie a la cárcel.
¡Y esta es la fiesta del valor y de la gallardía!
Márquez y Cagancho, multados
El Sr. Del Castillo que presenciaba la corrida y pudo darse cuenta de todo lo ocurrido apoyó enérgicamente al presidente el alcalde señor Trujillo que impuso una multa de 250 pesetas al diestro Márquez por tirarse a matar sin tratar de torear con la muleta.
A dos de los banderilleros de Cagancho otras 250 pesetas a cada uno por pinchar al toro sexto con estoques y puntillas escondidos entre los capotes.
La multa impuesta al desaprensivo Cagancho es de 500 pesetas siendo conducido como decimos en la revista a la cárcel con sus compañeros de cuadrilla rodeado de la Guardia Civil para protegerlos de las iras de la multitud.
Después de hacer efectivas las multas salieron los detenidos de la cárcel para evitar perjuicio a la empresa de Almería donde toreará esta tarde (esto de torear es un decir), el siniestro Cagancho.
De lo contrario hubiera permanecido en la cárcel varios días.
La enérgica actitud del Gobernador y del alcalde señor Trujillo, amparando los derechos del público contra la desaprensión y la desfachatez ha merecido unánimes elogios.