Desde la histórica Almagro, cuna de talento y tradición, emerge la figura de Álvaro Ramos Golderos, un artista cuyo pincel danza al compás de la pasión taurina. Su obra, intensa y cargada de emoción, ha trascendido fronteras, alcanzando un reconocimiento significativo en la pasada Feria de San Isidro de 2024. Fue en la prestigiosa Sala Antonio Bienvenida de la Plaza de Toros de “Las Ventas” donde su arte conquistó miradas y corazones, cosechando elogios por su singular habilidad para plasmar la intensidad y el drama que se desenvuelven en el ruedo.
En una entrevista exclusiva, Álvaro Ramos nos abre las puertas de su universo creativo, compartiendo detalles sobre sus recientes trabajos y sus profundas motivaciones artísticas. Uno de sus últimos lienzos entregados tiene como protagonista al diestro Aníbal Ruiz, un encargo que le llenó de especial ilusión. “Me hizo mucha ilusión, además, porque me lo encargó hace tiempo ya Adrián Fernández”, confiesa el pintor almagreño. La gestación de esta obra fue un proceso pausado y reflexivo, respetando los tiempos creativos del artista. “Le dije que me tenía que dar un tiempecito, pero que cuando yo me encontrase bien y animado, porque la pintura no sale siempre”, explica Ramos, subrayando la conexión intrínseca entre su estado de ánimo y la fluidez de su arte. La entrega del cuadro en Semana Santa se convirtió en un momento emotivo, dada la estrecha amistad entre el comitente y el torero, quien desconocía por completo la sorpresa que le aguardaba.
Este retrato de Aníbal Ruiz presenta una particularidad en la producción de Álvaro Ramos: capta al torero iniciando la faena con la muleta, de rodillas, en una composición apaisada, formato menos habitual en su obra, donde predomina la verticalidad. A pesar de estos detalles distintivos, el artista siente una profunda conexión con la pieza. “En cuanto a la técnica y tal, yo creo que es un cuadro que, cuando yo lo terminé, yo sentía que era muy mío, me veía reflejado en la forma de pintar en ese cuadro”, afirma con convicción.
Otro encargo, de carácter urgente, fue el retrato de Reina Rincón para la Feria de Ciudad Real del pasado año 2024. La premura del tiempo supuso un desafío considerable para Ramos. “Me llamaron, me avisaron que por favor que pintara a Reina, pero me daban dos días para pintarlo, entonces… Yo de primeras dije que no, que no, que yo no iba a hacer eso, que no podía”, recuerda. Sin embargo, la insistencia del padre del recordado torero, Pepe Reina, logró conmover al artista. “Me lo suplicó que por favor lo intentara y yo lo único que me comprometí era intentarlo, pero si a mí no me gustaba el resultado no lo iba a ceder el cuadro para el cartel”. Afortunadamente, el resultado fue satisfactorio, y la obra se convirtió en un emotivo homenaje. A pesar de no haber conocido personalmente a Reina Rincón, la figura del torero ciudadrealeño marcó la infancia de Álvaro como aficionado. “Yo recuerdo que yo siendo un crío, claro, lo veía y era Reina Rincón… era casi un dios”.
Mirando hacia el futuro, Álvaro Ramos revela su entusiasmo por plasmar en el lienzo a otros toreros de la región. “Me gustaría mucho, fíjate, hombre, me gustaría mucho pintar a Carlos Aranda, a Fernando Tendero, yo estaría encantado de pintarlos a todos, claro, y algún día seguro que los pinto”. La reciente noticia del regreso a los ruedos de Luis Miguel Vázquez también ha despertado su interés artístico. “Me motiva mucho poder pintar a Luis Miguel Vázquez, poder hacer algún cartel de las corridas que tenga Luis Miguel y que sea el protagonista del cartel y pintarlo, porque es un torerazo”.
Aunque se le identifica principalmente con la pintura taurina, Álvaro Ramos se siente “encantado de pintar a todo el que se viste de luces”. Recuerda con cariño el retrato que realizó de El Calatraveño con motivo del aniversario de su alternativa, una obra con una paleta de colores inusual que fue utilizada como imagen para un festival taurino. También menciona su admiración por Víctor Puerto, especialmente por su maestría con el capote, aunque confiesa una ilusión aún mayor por pintar a su tío, Antonio Sánchez Puerto, a quien considera uno de sus toreros predilectos.
En cuanto a las suertes del toreo que más le atraen, Ramos destaca el movimiento. “Una de las cosas que yo más pinto es el movimiento, yo necesito movimiento, busco el movimiento para pintar”. Sin embargo, reconoce que la suerte de banderillas no es algo que le nazca de forma espontánea. Curiosamente, si tuviera que pintar a alguien en este tercio, elegiría a Morante de la Puebla, recordando la singular ocasión en que el torero cigarrero banderilleó en Almagro, evocando la figura de Joselito El Gallo, a quien considera el mejor banderillero de la historia.
“Pintaré toros, porque eso es lo que me nace a mí, pintar”, afirma con convicción Álvaro Ramos, quien se siente orgulloso de ser reconocido como pintor taurino, una faceta que surge de su profunda afición. No obstante, su inquietud artística lo lleva a explorar otros temas, como el arte ecuestre y, sorprendentemente, la pintura religiosa, un nuevo camino que le genera gran motivación.
En el ámbito de las exposiciones, tras el éxito de “Un siglo de toreo a la Verónica”, Ramos alberga el deseo de realizar una muestra dedicada al toreo al natural, aunque reconoce la dedicación que requiere un proyecto de tal envergadura. “Fue un año de trabajo. Yo me lo pude permitir porque entonces tenía muy pocos encargos. Tenía algunos encargos pero los podía ir compaginando. Yo mismo, hoy por hoy, yo no me puedo permitir pintar una exposición temática porque tengo encargos y tengo que atenderlos, y quiero atenderlos”.
Una de las señas de identidad de las exposiciones de Álvaro Ramos es la constante renovación de las obras. Aunque vuelva a pintar el mismo lance, cada cuadro es único e irrepetible. “El cuadro que pinto no tiene absolutamente nada que ver con el anterior. Ni la Verónica suele ser la misma… Son cuadros absolutamente diferentes. Porque yo lo que quiero es que quien compre un cuadro se lleve una pieza que es única. Yo no me voy a replicar a mí mismo un cuadro, eso no lo voy a hacer”. Esta filosofía convierte cada exposición en una experiencia viva y renovada, donde incluso las segundas versiones de los cuadros superan a las primeras.
Álvaro Ramos Golderos, con su sensibilidad artística y su profunda conexión con el mundo taurino, continúa dejando una huella imborrable en el panorama artístico, llevando la pasión del ruedo al lienzo con una maestría que emociona y perdura. Su trayectoria, desde la serenidad de Almagro hasta el bullicio de Las Ventas, es un testimonio de su talento y su entrega a un arte que vive y respira en cada pincelada.