La ciudad de Puertollano ha escrito una nueva página dorada en su historia cultural al acoger uno de los eventos más esperados del año: el concierto de Alaska y Fangoria. La legendaria artista, símbolo indiscutible de la movida madrileña y del pop español desde los años 80, fue la gran protagonista de la 130ª edición de la Feria de Mayo, desatando una oleada de emociones entre generaciones distintas unidas por la música.
Desde primeras horas de la tarde, el coso de Puertollano comenzó a llenarse de un público multigeneracional, desde aquellos que compraron los primeros vinilos de Alaska en los 80 hasta quienes hoy la descubren y veneran en plataformas como Spotify. Un espectáculo a la altura de una estrella tan incombustible como Olvido Gara, con una puesta en escena deslumbrante, sonido impecable y una iluminación que transformó la noche en una experiencia inmersiva.
Alaska, acompañada de Nacho Canut en su formación Fangoria, convirtió Puertollano en una pista de baile gigantesca. Temas inmortales como «Dramas y comedias», «Ni tú ni nadie», «A quién le importa» o «Mil campanas» fueron coreados con pasión por cientos de asistentes que no dejaron de bailar ni un instante. La ciudad vibró al ritmo de los sintetizadores, las letras cargadas de ironía y rebeldía, y la presencia escénica inigualable de la artista.
El momento más emotivo de la noche llegó cuando Alaska recordó, entre canción y canción, su actuación en los años 80 en el antiguo gimnasio municipal de la calle Copa, en plena efervescencia de la movida popera. Aquella noche mágica, que forma parte de la memoria colectiva de Puertollano, revivió en forma de homenaje 40 años después, justo antes del inicio del concierto, durante un emotivo encuentro con el alcalde de la ciudad.
La infraestructura del escenario fue otro de los grandes aciertos de la organización: perfectamente cubierto y preparado para hacer frente a posibles inclemencias meteorológicas, ofreció una experiencia de calidad técnica sobresaliente, permitiendo que el espectáculo transcurriera sin incidentes.
Uno de los rostros más conocidos del entorno de Alaska, su marido Mario Vaquerizo, tampoco pasó desapercibido. Siempre cercano y carismático, se dejó ver al pie del escenario, cantando y bailando con entusiasmo todas las canciones, pero cediendo con elegancia todo el protagonismo a su compañera de vida y estrella de la noche.
Este concierto se ha consagrado como uno de los grandes hitos de la historia reciente de Puertollano, y muy probablemente, como uno de los eventos más recordados de la Feria de Mayo. Una noche que mezcló nostalgia con modernidad, donde las luces no solo iluminaron el escenario, sino también los corazones de quienes asistieron a ver a una leyenda viva del pop español.
