Con la llegada de las Ferias y Fiestas de Almagro 2024, una vez más, el pueblo se viste de tradición y devoción en honor a su patrón, San Bartolomé Apóstol. Sin embargo, detrás de las luces y la algarabía, hay un eco del pasado que resuena en los corazones de aquellos que recuerdan los tiempos en que la Compañía Romana, con su presencia imponente de los “Armaos”, se mantenía viva gracias a la dedicación inquebrantable de un grupo de amigos.
La Compañía Romana, una Hermandad que ha sido un pilar de la identidad almagreña, no siempre tuvo los recursos ni las facilidades para avanzar como lo ha hecho en la actualidad. Hubo un tiempo en que sus miembros luchaban con esfuerzo para conseguir cada bien, cada paso hacia adelante. Eran días en los que la hermandad no se medía por el tamaño de los recursos, sino por el inmenso corazón de aquellos que la conformaban.
Durante décadas, mientras el pueblo disfrutaba de las festividades, unos cuantos miembros de la Junta Directiva de la Compañía Romana aprovechaban las mañanas de feria para organizar sorteos, con el fin de recaudar fondos. Estos sorteos no eran simples rifas; en juego estaba el legado de la hermandad, representado por muñecos vestidos de “Armaos”, cada uno con su propio carácter y rango: desde soldados y jefes hasta el Teniente Abanderado. Aquellos muñecos eran un símbolo de la lucha diaria por mantener viva la tradición.
Pero estos hombres, más que directivos, eran amigos. “Joso”, “Agustín”, “Clavitos” –quien fue presidente de la época–, y “Rudi”, el muñidor de toda la vida, dedicaron su tiempo y su tabajo a la Compañía Romana. Cada mediodía de feria, bajo el sol almagreño, trabajaban hombro a hombro no solo por el presente, sino por el futuro de la hermandad, soñando con el día en que tendrían su propio local, la sede que hoy es una realidad.
Esos sorteos, esos muñecos, eran mucho más que simples objetos. Eran la representación tangible de una causa común, una demostración de que, con ganas, tiempo y, sobre todo, colaboración, se puede lograr cualquier cosa. Sin embargo, el verdadero tesoro de aquellos días no eran los premios, sino la camaradería y la fe en un proyecto que trascendía sus propias vidas.
Hoy, muchos de esos valientes ya no están con nosotros. “Joso” y “Agustín” se han ido, pero su espíritu sigue vivo en cada rincón de la Compañía Romana. Su legado, junto con el de “Clavitos”, se manifiesta en la presencia constante de los “Armaos”, quienes, de una manera u otra, están presentes los 365 días del año.
Mientras celebramos las Ferias y Fiestas de Almagro 2024, es imposible no recordar con nostalgia a aquellos que trabajaron sin descanso por la Compañía Romana. Hoy, más que nunca, su ejemplo nos recuerda que la historia de esta hermandad está tejida con el hilo de la dedicación, la amistad y el amor por nuestras tradiciones. Y así, mientras los “Armaos” marchan, también marchan con ellos los recuerdos de aquellos que hicieron todo esto posible.
