El aroma a almagre de su tierra natal se fusiona con la bravura del ruedo en las intensas obras de Álvaro Ramos Golderos, un pintor que ha sabido plasmar la esencia del toreo con una mirada personal y apasionada. Nacido en Almagro, este artista ha dedicado su trayectoria a explorar la compleja danza entre el torero y la bestia, alcanzando un punto álgido en su carrera durante la pasada Feria de San Isidro de 2024. Su exposición en la prestigiosa sala “Antonio Bienvenida” de la Plaza de Toros de “Las Ventas” no solo le brindó una notable visibilidad, sino que también cosechó elogios por su singular capacidad para transmitir la emoción y el drama inherentes a la tauromaquia.
Desde sus inicios en 2007, Ramos ha forjado un estilo distintivo que navega entre el realismo y la abstracción. En sus propias palabras, su proceso creativo es una constante pugna entre la disciplina técnica y la búsqueda de la libertad expresiva: “Amo el realismo mucho menos que la indefinición, y siempre que puedo niego la técnica para ganar libertad. Cuando la cabeza me pide realismo, el corazón suele susurrarme que huya de ahí para tomar el sendero de la insinuación”.
La experiencia en “Las Ventas” marcó un antes y un después en su trayectoria. “Todo empezó en Las Ventas. Las Ventas me cambió la vida. Es un punto de salida. Mi vida fue una hasta mayo del pasado año y ha sido otra totalmente diferente después de pasar por Las Ventas”, confiesa con palpable emoción. La exposición le otorgó una visibilidad sin precedentes, atrayendo la atención de aficionados y profesionales del mundo taurino. Este reconocimiento se tradujo en numerosas solicitudes para exponer su obra en diversos puntos geográficos y en un incremento significativo de encargos, un cambio radical que le impulsó a hacerse autónomo.
Si bien Ramos había realizado exposiciones con anterioridad, la muestra en “Las Ventas” fue la primera concebida con una temática específica: el toreo a la verónica. “Yo siempre tenía claro que si iba alguna vez a Madrid, a Las Ventas, quería pintar una exposición, ex profeso para Madrid y con una temática concreta. Y sabía además que la temática iba a ser el Toreo a la Verónica”, explica el artista almagreño.
Tras el éxito en la capital, su exposición “De José a Juan” – un recorrido pictórico por la historia del toreo a la verónica a través de sus intérpretes más destacados – ha itinerado por diversas localidades de Castilla-La Mancha, incluyendo Almagro, Valdepeñas, Daimiel, Puertollano y Tomelloso. Y el periplo continúa. Ramos anuncia con entusiasmo una de sus próximas paradas: “todo el mes de octubre voy a estar en el Museo López de Villaseñor, en una sala del Museo de Ciudad Real. Ya he expuesto alguna vez allí, con motivo de ciclo de conferencias, del Ateneo Taurino-Manchego. en esta ocasión es una sala entera para mí, con la exposición «De José a Juan»”.
Su profunda conexión con el mundo del toro se remonta a su infancia. “Mi afición por los toros viene desde que tengo uso de razón. Siempre desde muy pequeño, o sea, desde parvulitos yo toreaba en casa. Hubo un momento ahí de juventud en el que yo decía que quería ser torero. Yo pensaba que quería ser torero. Yo toreé tres veces, he llegado a torear tres veces en público. Aquí en Almagro. Dos en la Plaza de Toros del Santuario de la Virgen de Las Nieves y una en la Plaza de Toros de Almagro”. Sin embargo, pronto reconoció que su camino no estaba en el ruedo, sino en el lienzo.
Su pasión por la pintura surgió de forma natural. “Dice mi madre que yo he dibujado desde siempre. Yo no tengo recuerdos de dibujar así demasiado, pero sí un poco de manera autodidacta”. Fue en 2007 cuando decidió formalizar su aprendizaje, inscribiéndose en las clases del reconocido pintor Carmelo Vargas, quien le introdujo al mundo del color. Un paréntesis en su actividad pictórica llegó a su fin en 2017, tras visitar una exposición de Diego Ramos en la sala Antonio Bienvenida de “Las Ventas”. “Y yo cuando vi aquella exposición y vi aquella obra dije, tengo que volver a pintar. Fue la chispa que me hizo motivarme y volver a querer pintar. Y cuando llegué, no sé decirte si al día siguiente, pero vamos, a lo mejor al día siguiente, a los dos días, a los tres días, me puse a pintar. Y desde entonces prácticamente no he parado”. Su relación con Carmelo Vargas se ha mantenido como un pilar fundamental en su desarrollo artístico, brindándole guía y consejo constante.
Sus inicios en la pintura taurina se materializaron con un impactante retrato de Manolete, una obra que marcó un punto de inflexión en su estilo. “Era un cuadro en el que yo ya sí que me salía de lo que había pintado anteriormente. Ya empecé a expresarme de otra manera. A tener un trazo más suelto, a tener una pincelada muy marcada, utilizar colores que se alejaban de la realidad, mucha indefinición”. Esta libertad creativa, inicialmente desconcertante para algunos de sus compañeros de clase, pronto capturó la atención del público.
El proyecto “De José a Juan” llevaba tiempo gestándose en su mente, pero necesitaba el escenario adecuado para tomar forma. La oportunidad surgió gracias a José María Vivas, quien le abrió las puertas de “Las Ventas”. Una vez confirmada la exposición, Ramos se sumergió en un exhaustivo proceso de documentación para seleccionar a los toreros que mejor representaban la esencia del toreo a la verónica. “Lo primero que hice fue hacer una selección de los toreros que yo pensaba que tenían que estar dentro por su manera de interpretar el toreo a la verónica. Y una vez que hice esa selección pues empecé a pintar. Bueno, me documenté mucho. De muchos de ellos yo tenía claro ya qué verónica quería pintar o en qué tipo de posición quería pintarlo, con qué tipo de encaje. Pero de otros pues no lo tenía tan claro y me tuve que documentar mucho, ver muchas fotografías, muchos vídeos, leer mucho”. Como un guiño a la historia, el primer lienzo que abordó fue el de Joselito El Gallo, mientras que el encargado de cerrar la exposición fue Juan Ortega.
La elección de la verónica como tema central no fue casual. Para Álvaro Ramos, este lance fundamental es “la madre del cordero”, el origen mismo del toreo a pie. “Porque lo primero que tuvo que hacer un hombre con una tela, con un trapo entre sus manos para evitar la embestida de un toro debió ser algo muy parecido o parecido a la verónica. Cogerlo con las dos manos y pasar al toro por delante. Ofrecerlo con las dos manos y que aquella fiera pase por delante. Eso ha evolucionado mucho. Pero es el origen y además se da la circunstancia de que es lo que yo creo que a todos los aficionados nos pone de acuerdo. Cuando un torero está bien a la verónica ahí no hay discusión. Todos nos levantamos del asiento”.
En el desarrollo del proyecto, la colaboración con el periodista taurino Gonzalo Bienvenida fue crucial. Bienvenida se ofreció a escribir el catálogo de la exposición, enriqueciendo la propuesta con su profundo conocimiento del toreo. Juntos, Ramos y Bienvenida afinaron la lista de toreros representados, buscando aquellos que resonaran tanto en la visión artística del pintor como en la sensibilidad del escritor.
Al preguntarle sobre las obras que más le motivaron, Ramos destaca tres nombres por diferentes motivos: Juan Ortega, por la amistad que les une; Cagancho, por la admiración que siente hacia su figura y su trascendental aporte a la verónica; y Luis Segura, cuyo exquisito dominio de este lance quedó plasmado en el que considera el mejor cuadro de la exposición.
La trayectoria de Álvaro Ramos es un testimonio de cómo la pasión, la dedicación y una mirada artística singular pueden trascender las fronteras de una tierra para conquistar los escenarios más emblemáticos del arte y la tauromaquia. Su obra, arraigada en la tradición pero con una voz propia, invita a sentir la intensidad del ruedo a través de la fuerza del color y la libertad del trazo.