A punto de bajar el telón, de apagar las luces del escenario, de volver a empacar el atrezo camino de otras tablas, de otro público, hoy se despide la 47ª Edición del Teatro Clásico de Almagro tras un mes de julio caluroso, de risas y diversión, de abanicos de cartón con las caras de los clásicos, de murmullo y terrazas llenas en la Plaza Mayor, de un devenir de famosos, de políticos ávidos de hacerse la foto en el histórico marco de la Catedral del Teatro del Siglo de Oro, el Corral de Comedias, de aplausos llenos de gratitud, y sobre todo de éxito. De un éxito pleno que, a pesar de aquellos que vaticinaban un debacle en ediciones anteriores, esta edición ha servido como el resurgimiento del teatro en toda su plenitud, de la cultura, de la igualdad, de la diversidad, y sobre todo del trabajo bien hecho de una dirección que ha vuelto a encarrilar las directrices de un evento cultural sin igual en nuestro país, contando con el apoyo institucional de la administración, contando con el apoyo del sector turístico, con la hostelería y el comercio, y sobre todo involucrando más aún a un pueblo, a una comarca entera, en pos de porvenir de un Festival que a poco cumplirá ya medio siglo sobre las viejas tablas de un escenario como es Almagro.
El Teatro Clásico de Almagro no es solo una festividad cultural; es el latido de una comunidad, el reflejo de una identidad compartida y un faro de cultura que ilumina no solo a los amantes del teatro, sino a toda una comarca. Esta edición número 47 no solo ha resistido las sombras de las dudas y las críticas de años anteriores, sino que ha emergido más fuerte, más vibrante y más relevante que nunca.
La dirección del festival merece un aplauso atronador. Su capacidad para revitalizar el evento y reavivar la llama del entusiasmo ha sido extraordinaria. Este resurgir se debe en gran medida a la sinergia creada entre los distintos sectores involucrados: la administración pública, el sector privado, la hostelería y el comercio local, todos han trabajado codo con codo para convertir esta edición en un éxito rotundo.
La Plaza Mayor de Almagro ha sido testigo de un incesante ir y venir de personas, risas y conversaciones animadas. Las terrazas llenas y los abanicos de cartón con las caras de los clásicos se han convertido en la estampa típica de un festival que, a pesar del calor sofocante de julio, ha logrado mantener su frescura y atractivo. Famosos y políticos no han querido perder la oportunidad de dejarse ver en el Corral de Comedias, añadiendo un toque de glamour y reconocimiento al evento.
Pero lo más significativo de esta edición ha sido el profundo sentimiento de comunidad. El festival ha involucrado más que nunca a los habitantes de Almagro y su comarca, logrando que cada uno se sienta parte de algo más grande. La cultura, la igualdad y la diversidad han sido los pilares sobre los que se ha construido esta edición, demostrando que el teatro es un reflejo de la sociedad en su conjunto, y que puede y debe ser un espacio inclusivo para todos.
A medida que se apagan las luces y se baja el telón, queda claro que el Teatro Clásico de Almagro ha reafirmado su lugar en el corazón de la cultura española. El futuro del festival, que se acerca a su medio siglo de existencia, parece más brillante que nunca. Este año ha demostrado que, con trabajo duro, colaboración y una visión clara, es posible no solo mantener, sino también mejorar y enriquecer una tradición que es orgullo de todos.
Así, despedimos esta 47ª edición con la certeza de que el Teatro Clásico de Almagro continuará siendo un referente cultural insustituible. ¡Larga vida al teatro y al Festival de Almagro!