Hoy, 19 de diciembre, se cumplen diez años desde el trágico accidente de tráfico que nos arrebató a Mario López Prieto, un joven lleno de vida y sueños, quien con tan solo 23 años dejó una huella imborrable en todos los que tuvieron la fortuna de conocerle. Una década puede parecer una eternidad, y para quienes lo quisieron, lo es: una eternidad llena de dolor, pero también de recuerdos que brillan con la luz de su pasión y entrega.
Aquel fatídico día de diciembre de 2014 no solo se llevó a un joven prometedor, sino también una parte del corazón de su familia, de sus amigos y de la comunidad deportiva de Almagro. Mario, centrocampista del Almagro CF, no era solo un jugador; era un referente, un compañero y, para muchos, un ejemplo de perseverancia y amor por el deporte.
Un legado que trasciende el tiempo
Mario López Prieto jugó seis temporadas con el Almagro CF en el Grupo XVIII de la Tercera División. Su contribución al ascenso del equipo a esta categoría fue vital, destacando no solo por su talento, sino también por su espíritu inquebrantable. Incluso cuando una lesión de rodilla amenazó con truncar su carrera, Mario volvió al campo con determinación, dejando claro que su pasión por el fútbol no conocía límites.
El 14 de diciembre de 2014, apenas cinco días antes de su partida, Mario disputó su último partido con la camiseta rojilla en un amistoso frente a la Selección Regional Sub-18. Jugar 70 minutos en ese encuentro fue su forma de demostrar que el amor por el deporte seguía siendo más fuerte que cualquier obstáculo. Hoy, esos momentos finales en el campo se recuerdan como un regalo, un último acto de entrega de quien siempre dio todo por los colores de su equipo.
Un homenaje eterno
Hace escasamente cuatro meses, a últimos del mes de agosto, el Almagro CF y su afición se unieron para rendir un emotivo homenaje a Mario. El Campo de Fútbol “Manuel Trujillo” de Almagro se llenó de rostros conmovidos: padres, hermana, familiares, compañeros de equipo y seguidores que, unidos por el recuerdo, celebraron la vida y el legado de un joven que no será olvidado. En ese acto, las palabras no bastaban; las miradas y los abrazos cargaban todo el peso de una década sin él. La memoria de Mario sigue viva en cada rincón del club, en cada jugada y en cada ovación.
Más que un jugador, un ídolo
Mario no solo destacó por su destreza en el campo, sino también por su humanidad fuera de él. Sus compañeros lo recuerdan como un líder silencioso, siempre dispuesto a ayudar y a animar al equipo en los momentos más difíciles. Su sonrisa sincera y su entusiasmo contagioso lo convirtieron en una figura querida no solo por sus compañeros, sino también por todos los almagreños.
Diez años después, el tiempo no ha borrado su huella. Las historias de sus logros en el campo y su calidez humana continúan inspirando a las nuevas generaciones de futbolistas y aficionados. Mario representa el sueño de muchos: jugar al deporte que amas con pasión, entrega y gratitud.
El eterno 6
El dorsal 6 que llevó Mario se ha convertido en un símbolo de su legado. Cada vez que alguien lo menciona, revive la imagen de un joven corriendo por el campo, defendiendo a su equipo con una pasión que pocos pueden igualar. Para el Almagro CF, ese número no es solo un recuerdo; es una inspiración para seguir adelante, honrando la memoria de quien tanto dio por el club.
Hoy, recordamos a Mario López Prieto con el corazón lleno de nostalgia, pero también con gratitud. Diez años después, seguimos diciendo su nombre, recordando su sonrisa y celebrando su vida. Porque quienes dejan una huella como la suya nunca se van del todo; viven para siempre en nuestros corazones.
Hasta siempre, Mario…
