Los años 50 y 60 marcaron una época dorada para la publicidad, donde los medios de comunicación y las campañas locales alcanzaron un esplendor sin precedentes. Durante estos años, la publicidad no solo se convirtió en una herramienta poderosa para las grandes marcas, sino que también jugó un papel crucial en el desarrollo y expansión de los pequeños negocios a nivel local y provincial.
Almagro, una localidad que ya destacaba como un núcleo comercial en la comarca del Campo de Calatrava, supo aprovechar este auge publicitario para expandir su influencia. Los comercios almagreños se apoyaban en diversos formatos publicitarios, desde la prensa escrita provincial hasta carteles, folletos, y publicaciones en las revistas de ferias, que no solo financiaban la impresión de estos medios, sino que también permitían a los negocios locales atraer a clientes de pueblos vecinos.
En este contexto, Talleres Cañete, situado en el Ejido de San Juan, emergió como un ejemplo destacado de cómo un negocio local podía florecer en medio de esta explosión publicitaria. Dedicado principalmente a reparaciones mecánicas, el taller se convirtió en un punto de referencia para los propietarios de vehículos Citroën en la comarca, al tiempo que mantenía su capacidad para reparar otras marcas. Esta especialización, combinada con su ubicación estratégica en Almagro, permitió a Talleres Cañete captar una clientela que abarcaba gran parte del Campo de Calatrava.
El desarrollo de la publicidad en estos años fue esencial para que negocios como Talleres Cañete se consolidaran. A través de anuncios en el único medio de prensa escrita provincial, y del boca a boca, los negocios almagreños lograron expandir su nombre más allá de los límites de la localidad, posicionándose como destinos comerciales clave para los habitantes de la comarca.
Sin embargo, estos tiempos también reflejaban una realidad económica distinta. El consumismo, tal como lo conocemos hoy, estaba aún en sus primeras etapas. Las compras de los hogares se guiaban más por la necesidad de cubrir aspectos básicos que por el deseo de adquirir bienes de consumo. Las limitadas posibilidades económicas de la época significaban que cada campaña publicitaria debía ser eficaz y dirigida a satisfacer las necesidades más esenciales de los consumidores.
A pesar de estos desafíos, la publicidad en Almagro durante los años 50 no solo impulsó el comercio local, sino que también contribuyó a forjar la identidad comercial de la comarca. Negocios como Talleres Cañete se convirtieron en pilares del crecimiento económico de la comarca, dejando un legado que aún resuena en la memoria colectiva de sus habitantes.