Seamos serios. La reciente campaña publicitaria puesta en marcha por los 19 Grupos de Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha, entre ellos la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava, raya lo grotesco. Bajo el eslogan “Nuestra agua, Nuestra tierra” se ofrecen botellas de vidrio reutilizables —“TOTALMENTE GRATUITAS”, subrayan— para que los bares, restaurantes y negocios de hostelería sirvan agua del grifo a sus clientes.
La propuesta, en apariencia moderna, sostenible y alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, parte de una premisa básica: que el agua que sale de nuestros grifos sea apta, cristalina, saludable y segura. Pero ese punto esencial es, precisamente, el que se obvia de manera escandalosa.
La amarga realidad del agua en Bolaños y Almagro
Porque no hablamos de una percepción subjetiva, sino de un problema real, cotidiano y sufrido. En poblaciones como Bolaños de Calatrava y Almagro, con miles de habitantes y decenas de negocios hosteleros, el agua del grifo no es que sea de baja calidad: es tremendamente dañina para el consumo humano. Ni para beber, ni para cocinar, ni para nuestras mascotas, ni siquiera para lavarse los dientes. Los vecinos lo saben y lo padecen cada día.
El recibo municipal del agua ya es, de por sí, elevado. Pero al sobrecoste hay que añadir el gasto obligado de agua embotellada, que se ha convertido en un producto de primera necesidad para miles de familias. Una doble penalización que no solo erosiona la salud, sino también el bolsillo de los ciudadanos.
Un insulto a la inteligencia
En este contexto, ¿cómo se atreven desde los Grupos de Desarrollo Rural a repartir botellas de vidrio para servir agua del grifo en bares y restaurantes? ¿Es broma? ¿Nos están tomando el pelo?
La incoherencia es sangrante: se destina dinero público a una campaña de escaparate que ignora el problema estructural, profundo y urgente de la calidad del agua potable en nuestra comarca. Botellas gratuitas, sí. Pero agua segura, no.
Lo que realmente necesitamos
Lo que exigimos los vecinos del Campo de Calatrava no son botellas bonitas para disimular una carencia, sino soluciones reales y eficaces:
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Garantizar un suministro digno y saludable de agua potable.
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Apoyar infraestructuras hídricas que aseguren calidad y salubridad.
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Reducir el coste del recibo, que resulta desproporcionado cuando el servicio básico no cumple con lo mínimo exigible.
El agua no puede ser un lujo. No puede ser un privilegio de quien puede pagar botellas en el supermercado. El agua debe ser un derecho garantizado con todas las garantías de consumo y salubridad.
Las campañas de marketing podrán maquillar la realidad, pero no la resuelven. Antes de repartir botellas de vidrio, quienes gestionan fondos públicos deberían centrarse en lo esencial: que abrir el grifo en Bolaños, Almagro o cualquier pueblo del Campo de Calatrava no sea motivo de preocupación o resignación.
Porque, si el agua no sirve para beber ni para cocinar, ¿qué sentido tiene regalar botellas para servirla en bares? Eso no es sostenibilidad. Eso es, sencillamente, un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.
Manuel García Sánchez