En el marco de la reciente Visita Guiada al Cementerio Municipal de Almagro, dirigida por el profesor e historiador almagreño Francisco Asensio, los asistentes pudieron adentrarse en un recorrido cargado de historia, memoria y curiosidades patrimoniales. La primera parada de esta visita se realizó en la antigua Sala de Autopsias, hoy reconvertida en un espacio museístico donde se conservan algunas de las lápidas más antiguas del camposanto, testigos de siglos de vida y muerte en la localidad.
Entre las piezas más destacadas que alberga este pequeño museo funerario se encuentra la lápida del panteón del Excmo. Sr. General D. Felipe de Mendicuti, un nombre que, aunque hoy pueda resultar desconocido para muchos, forma parte de la historia militar y política de España del siglo XIX. En dicho panteón reposaron también su esposa y dos de sus hijos.
El General Felipe de Mendicuti Suárez falleció el 15 de marzo de 1914, a los 87 años de edad, una longevidad excepcional en una época en la que la esperanza de vida rondaba los 40 años. Su sepultura ocupaba el nicho número 101 del cementerio almagreño, pero fue removida durante la pandemia a raíz de la normativa aprobada en tiempos de la alcaldía de Daniel Reina, según la cual las tumbas prescriben a los 75 años si no son renovadas. Los restos fueron reducidos y depositados en una bolsa identificada, tras publicarse un aviso en el tablón de anuncios del Ayuntamiento.
Un militar entre guerras, pronunciamientos y destinos coloniales
Nacido en Madrid en 1827, Felipe Mendicuti Suárez no era originario de Almagro. Hijo de militar, siguió desde niño la tradición familiar: acompañaba a su padre a los campos de batalla, una práctica habitual en la época que facilitaba el ingreso posterior en la carrera militar. Dedicado a la caballería, Mendicuti se forjó una reputación destacada en diversos escenarios bélicos del siglo XIX.
Participó activamente en la Vicalvarada de 1854, pronunciamiento militar liderado por Leopoldo O’Donnell para derrocar al gobierno moderado y que derivó en la revolución progresista encabezada por Cánovas del Castillo, autor del célebre Manifiesto de Manzanares. Posteriormente, el General Mendicuti también combatió en las Guerras de África, bajo las órdenes del General Prim, participando en batallas decisivas como Wad-Ras y Tetuán, en el proceso de colonización española del norte de Marruecos.

Su vínculo con Almagro
El historiador Asensio destaca que la relación de Mendicuti con Almagro se remonta a 1857, año en el que se estableció por primera vez en la ciudad. Las razones exactas de su llegada no se conocen, pero el general decidió construir allí su residencia en la calle Clavería, un edificio singular cuyas puertas verdes y dos llamadores con forma de águila imperial aún llaman la atención de los transeúntes.
Entre 1881 y 1883, aquejado de problemas de salud, alternó su residencia entre Puertollano y Almagro, hasta que en 1886 fue nombrado Gobernador Civil de Albacete, cargo que desempeñó durante una década, hasta 1896. Tras su jubilación, regresó definitivamente a Almagro, donde falleció en 1914. Su esposa, Petronila Soria Santa Cruz, moriría seis años después, en 1920.
Un legado olvidado y redescubierto
Más de un siglo después, la historia del General Mendicuti vuelve a cobrar vida gracias a la investigación y divulgación de Francisco Asensio, quien durante la visita guiada subrayó la importancia de conservar la memoria histórica local y de proteger el patrimonio funerario del municipio. “Cada lápida, cada inscripción, cuenta una historia que forma parte de la identidad de Almagro”, recordó el profesor.
La visita al cementerio, que combinó rigor histórico y sensibilidad patrimonial, ha despertado gran interés entre los vecinos y visitantes. El caso del General Mendicuti —un madrileño que vivió, sirvió y finalmente descansó en Almagro— ilustra la profunda conexión entre la memoria personal y la historia colectiva, y plantea además un debate sobre la conservación del legado histórico en los cementerios municipales.
Patrimonio y memoria en tiempos modernos
El espacio museístico en la antigua Sala de Autopsias se consolida así como un lugar de encuentro con la historia y un ejemplo de cómo los cementerios pueden convertirse en aulas vivas del pasado. En ellos se entrelazan biografías, guerras, migraciones y amores, pero también decisiones administrativas que determinan qué se conserva y qué se olvida.
La historia del General Mendicuti, rescatada del silencio y la piedra, recuerda que la memoria no prescribe. Aunque las normas municipales marquen plazos, el recuerdo de quienes forjaron capítulos relevantes de la historia española sigue vivo en la investigación, la divulgación y el respeto a su legado.
Fuentes: Visita Guiada al Cementerio Municipal de Almagro. Testimonio e investigación de Francisco Asensio, profesor e historiador almagreño.

