Almagro Noticias.- Este pasado viernes, el empresario mejicano Mauricio Fernández Garza, presentó la restauración que ha llevado a cabo en el Palacio de los Marqueses de Torremejía (antigua escuela hogar de niñas “Nuestra Señora del Rosario”), situado en la icónica Plaza de Santo Domingo de Almagro. Unas obras de restauración que han durado alrededor de cuatro años desde que en 2019, fue adquirida a los Dominicos por el empresario por algo más de 800.000 euros.
Esta joya arquitectónica del siglo XVI forma parte de las edificaciones surgidas en la época de mayor esplendor de Almagro. La propiedad había sido donada a la Orden Religiosa de los Dominicos en el siglo XX, quienes lo convirtieron en un convento y una escuela hogar para niñas administrada por monjas dominicas hasta el pasado año 2015.
Mauricio Fernández presentó este pasado viernes el resultado de la restauración llevada a cabo junto el embajador de Méjico en España, Quirino Ordaz, el cual destacó que la compra del palacio “ratifica la hermandad entre Méjico y España”, y resaltó el especial vínculo que el empresario mejicano tiene con Almagro, donde adquirió en la década de 1970 el artesonado del siglo XVI de la Antigua Universidad Renacentista de la localidad, que hoy forma parte de su casa en Méjico, conocida como La Milarca.
Una de las propuestas u objetivos para este Palacio por parte de Mauricio Fernández, sería la implementación de un restaurante de cocina mejicana dirigido por un chef de su país, así como la de que también forme parte de la oferta turística de espacios visitables de la ciudad.
El Palacio de los Marqueses de Torremejía
El Palacio de los Marqueses de Torremejía de Almagro es un gran monumento arquitectónico que se encuentra ubicado en pleno casco histórico de Almagro. El edificio ocupa toda una manzana, con una extensión total de 2.500 m2 distribuidos en dos plantas. La fachada principal del palacio mira a la Plaza de Santo Domingo, anteriormente denominada Pradillo de las Bernardas. La calle de las Ánimas, la calle de las Nieves y la Plazuela de Valdeparaíso limitan los otros tres lados de la manzana.
No se conocen con exactitud quien fue el promotor, constructor y primer propietario del palacio. Diversas líneas de investigación concretan la relación que existe entre los orígenes de este palacio, y la familia Pisa, procedente de tierras gallegas. Esta relación se debe a la presencia de un escudo con la imagen de un águila coronada en el patio principal del palacio, símbolo de esta familia. Tras el paso de varias familias, llegó a manos del primer marqués de Torremejía, Gaspar Osorio Mejía y Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago.
Hasta el siglo XX este palacio fue propiedad y residencia de los marqueses de Torremejía que, en 1936 al morir el último marqués sin descendencia, donó el edificio a la Orden de Dominicos, los cuales lo cedieron a las monjas dominicas del Santísimo Sacramento. Estas fundaron una escuela hogar femenina bajo el nombre de “Nuestra Señora del Rosario”. En el año 2010 las monjas cesan su actividad docente y en octubre de 2015 son trasladadas a otro convento lejos de Almagro. Por tanto, el Palacio revertió de nuevo a la Orden de los Dominicos, cuyos responsables lo vendieron en el año 2019 al empresario mejicano Mauricio Fernández Garza, quien ha llevado a cabo una gran labor de restauración, recuperación y puesta en valor del Palacio.
Mauricio Fernández Garza está vinculado a Almagro desde que descubrió la procedencia del artesonado mudéjar del siglo XVI que decora el techo de su residencia mejicana, ya que perteneció a la Iglesia de la Antigua Universidad Nuestra Señora del Rosario de Almagro.
Arquitectura
Todos los autores coinciden en que el hoy Palacio de Torremejía fue edificado en la segunda mitad del siglo XV. El edificio tiene dos plantas en torno a un patio principal y un gran segundo espacio abierto o corral, con acceso directo a la plaza por una gran y sencilla puerta de carruajes. La distribución interior del palacio responde a la concepción mudéjar, de manera que el zaguán, descentrado con respecto al eje central del patio, sigue el esquema típico mudéjar de recodo para acceder a las galerías del patio principal.
El patio, de forma rectangular, está rodeado de galerías de 3 metros de anchura que comunican con las crujías en las que se instalan las distintas habitaciones. En la actualidad se han recuperado 11 delgadas columnas de piedra de estilo isabelino (siglo XV), rematadas con capiteles dóricos adornados con escudos, entre ellos los de la familia Pisa, que se corresponden con un águila coronada con las alas desplegadas. Una delicada labor de restauración ha permitido recuperar los colores originales de la decoración de los techos de madera o artesonados de este patio, tallados en madera de pino sin sangrar, una de las joyas artísticas del edificio.
El suelo del patio ha recuperado también su mosaico original de delgadas figuras geométricas realizadas con pequeños cantos rodados. En el centro se ha instalado una pequeña fuente de origen árabe, que recibe el agua a través de canales o pequeños acueductos de origen romano traídos exprofeso a Almagro.
La fachada, de gruesos muros de adobe y ladrillo y encalada, tiene su centro en la monumental puerta de acceso y guarda una simetría bilateral en la disposición de los balcones y las ventanas, con tres vanos a cada lado, tanto en el piso inferior como en el superior. Destaca la portada, cuya altura rompe la línea del alero, conformando un frontón triangular que alberga el escudo. La puerta en sí, adintelada, presenta jambas jadeadas con sendas columnas muy estilizadas que sustentan el dintel, decorado por rosetas o florones laterales que enmarca el escudo central.
Pinturas restauradas
En el piso superior del Palacio y en el ala que da a la fachada principal se han restaurado y recuperado una serie de pinturas del siglo XIX que decoran las paredes y partes de los techos de las habitaciones. Son pinturas murales al temple que han sido restauradas bajo la dirección del restaurador Ignacio Fernández y la supervisión de la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Las pinturas conforman uno de los grandes tesoros artísticos del palacio. Hay pinturas sobre el papel de arroz que representan escenas cotidianas de China, pero también escenas costumbristas de campos situados en las inmediaciones de Almagro. Hay también motivos clásicos, romanos y griegos y representaciones de antiguas embarcaciones portuguesas surcando un ancho rio, rostros de indios con plumas y toda clase de animales.
Los murales estuvieron cubiertos hasta con 3 capas de papel diferentes, que afortunadamente los protegieron. El restaurador mejicano Manuel Serrano participó, en el inicio en el rescate de dichas piezas. Enseñó su técnica correcta con Santos Romero Vargas, encargado de la restauración del Palacio. Al fallecimiento de Serrano, los trabajos de restauración continuaron de la mano de Ignacio Fernández que durante muchos años fue restaurador del Museo del Prado. El proyecto y la dirección de obra se ha llevado a cabo por el estudio de arquitectura Pérez Parada Arquitectos.